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Columna: Arena Suelta / Por Tayde González Arias / En las buenas todos, en las malas nadie

ARENA SUELTA


POR TAYDE GONZÁLEZ ARIAS


EN LAS BUENAS TODOS, EN LAS MALAS NADIE.


La crisis social, es una realidad en la que hemos caído los humanos por razones diversas, y considerando que las muestras de la decadencia de la humanidad son variadas, destacan aquellas que constantemente muestran la falta de entendimiento para evitar la contaminación del único mundo que tenemos, y éste contaminar, no solo ocurre por los actos que parecieran sencillos como tirar basura en la calle o no apaga una fogata, sino que arrastra vicios de los hombres, como la mala toma de decisiones, la conveniencia personal y peor aún, la condiciones por hacer el mal con toda alevosía y ventaja.


La decadencia humana, ha terminado con eras brillantes de la civilización, ha permitido, la pobreza de hombres y mujeres, que mueran otros hermanos y hermanas.


Las bajezas y el hambre, por sostener el poder, posiblemente se trate de algunos de los peores males de la humanidad.

En la historia de la humanidad, sobran ejemplos de situaciones de crisis, en las que las conductas tiránicas prevalecen, así bajo argumentos estúpidos se mando perseguir a los seguidores de Moisés, se excomulgo a Lutero, y hasta al mismo Nazareno fue envestido por la saña de aquellos cobardes que temieron perder poder, al existir un verdadero líder.


De modo que, las crisis en las que vivimos, no son propias de las condiciones económicas, ni resultado de una sola cosa, sino que son el entramado de situaciones retorcidas en las que muchas ocasiones no somos ni siquiera nosotros los responsables, lo son otros, que generalmente ejercer poder sobre nuestra persona e incluso nuestros iguales y que es tan miserable su condición humana que llegan a gozar o disfrutar causar el mal, o si no fuera así, entonces, porque no tenemos respuestas a preguntas cómo, ¿porqué quitan de un puesto o cargo a quien hace bien sus labores?, ¿Por qué el poder no es otorgado al mejora calificado?, ¿Por qué los que tienen más, generalmente son lo más opresores?, ¿porqué la riqueza la ostentan solo unos cuantos, y porqué los pobres son el grueso de la población?, cuestionamientos que pueden ser contestadas conforme a ,”cómo le va en la feria”, a cada uno o conforme a la experiencia personal, pero que por doquiera que se le busque, se encuentra para poder tener una respuesta, un color de injustica, de culpas del sistema político y hasta el olor hediondo y podrido del mal ejercicio del poder del abuso del humano, sobre otro humano.


Las condiciones de crisis en las que estamos envueltos, tienen relación directa en la causa del propio hombre, no es otra especie la que ha venido a envenenarnos, por más que buscamos explicaciones extraterrestres de origen o ideas para el futuro, lo único palpable y que podemos documentar incluso en cualquier caso de en alguna de las carpetas de un ministerio publico, es la intencionalidad y la maldad del hombre por hacer el mal o su o sus iguales.


El hombre debe reconocerse en los momentos más difíciles, por que en los más fáciles cualquiera.


Valdría la pena sostener, que debido al valor que algunos pendencieros les han dado al mal y a las conductas malignas, es que ahora no podemos levantarnos de caídas estrepitosas como el bajo nivel educativo, el calentamiento global, la inseguridad y las enfermedades mentales que han multiplicado el suicidio, entre otras tantas cosas horrendas que mientras escribo y leen, están sucediendo.


El llamado es claro y preciso, es más que necesario manifestarnos ante la maldad de los sujetos, vamos de principios y de poca cordura, protegiendo al competente, al listo, y al hombre y la mujer que tienen como premisa de vida personal y social hacer el bien, aplaudamos a los buenos de actos y corazón, y evitemos volvernos esperpentos que dan palmadas a los injustos, abusivos e inhumanos.


La actuación de la humanidad por salvar la humanidad, no puede esperar y no es cosas que deba dejarse para mañana, una vez que el mundo se inunda por el abuso del hombre, y se quema por la tontería humana. Toca salvar del mal a las victimas y dejar que el maldito se quede con su maldad, muriendo al beber su propio veneno, tal y como lo hace quien se embriaga en el vicio.



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