Columna: LA TERCERA OLA DE COVID / Cuidando a los jóvenes / Por: Psic. Josefina Morales Zaragoza
LA TERCERA OLA DE COVID
Cuidando a los jóvenes
Por: Psic. Josefina Morales Zaragoza
Desde marzo del 2020, en que oficialmente se dio a conocer las medidas para hacer frente al COVID19, hemos tenido miles de aprendizajes, desde reinventar celebraciones, reuniones, trabajo, salud, alimentación, tiempos de autocuidado, entre muchos otros, así como también los tiempos de ocio o de exceso de información sin verificar el origen.
Deseando en un inicio que “todo pasara”, y que los científicos encontraran más formas de sobrellevar esta epidemia mundial.
Sin embargo en nuestros círculos inmediatos, pudimos observar que en un inicio todo parecía increíble, usar cubre bocas en todo lugar, usar gel con alcohol desde la influenza, ya era más común. Entonces llego el tiempo de hacer tanto que habías postergado: ordenar cosas, ordenar actividades y con ello sumar y sumar, positivismo, higiene reforzada, austeridad en muchos temas como gastos, al no percibir el mismo ingreso, evitar una vida sedentaria, aunque con cautela ejercitar nuestro cuerpo y nuestra mente.
Hoy vivimos la tercera ola de COVID, hoy nuestro grupo vulnerable son los jóvenes y los niños, que en un inicio lo eran los adultos mayores. Hay cambios sustanciales y otros que han llegado para quedarse, y una actividad científica nunca antes vista y resuelta como al día de hoy.
Tenemos varias vacunas a disposición, suministradas en bloque por rangos de edad, con efectividad y duración similar, que nos ha tenido replanteándonos como continuar sin riesgos y nunca como antes.
Pero como en todo, las vacunas han sido cuestionadas, no así nuestras actitudes: vacunarnos nos ayuda a tener un sistema inmunológico más fuerte y/o resistente, no evita que nos contagiemos, además no todos se enferman, muchos son hemos sido portadores sin síntomas o asintomáticos.
Las campañas de vacunación son un derecho a nuestra salud, sin embargo existen otras campañas y argumentos para no vacunarse con el riesgo que esa decisión implica tanto para el que así lo hace, como para los que estamos a su alrededor.
“Cuidarnos” se ha convertido en una palabra con acción personal y social, un derecho humano que no necesita de leyes sino de sentido común, lógica y el claro entendimiento de que cada “permiso” que nos damos, tiene efectos claros y puntuales en el incremento de contagios de esta nueva ola.
Cuantos conocidos ya publicaron en redes sus fotos en la playa, en fiestas, en reuniones: sin cubre bocas, sin gel, sin distancia, sin responsabilidad civil, social y ciudadana. Entonces con vacuna al día de hoy estamos como cuando estábamos aprendiendo a vivir una nueva normalidad.
Los niños y jóvenes, con un sistema inmunológico sano, sabemos desde el principio que si bien no sufrían toda la sintomatología y consecuencias de otros organismos con más edad y enfermedades crónicas mal cuidadas; los jóvenes siempre han sido portadores del virus, en cuanto lo contraen, eran asintomáticos, lo transportan y llevan a cada lugar que visitan, tocan, en cada conversación que inician sin protección en lugares públicos.
La información “oficial” es parte de una realidad, pues podemos pensar y deducir, que muchos datos no están en ninguna base oficial, por muchas razones diferentes: acuden a instancias medicas particulares; son asintomáticos que enfermos no lo saben y no se han realizado prueba alguna, para saber si ya fueron contagiados, o están activos con el virus. Muchos no asisten a sus servicios de salud, para no escuchar que pueden ser pacientes sospechosos de tener COVID.
Así hemos visto áreas médicas con una afluencia menor, no así las áreas destinadas a pacientes COVID, tristemente sabemos que se relajaron las medidas que todos teníamos, que nos permitimos en muchas ocasiones no usar el cubrebocas por ejemplo, e incluso asistir a eventos públicos con el cubrebocas entre la nariz y la boca, entre jugando (la vida) y retando (quien se atreve a corregirme). Lamentablemente adultos, con trayectoria, quizás ya vacunados o aún no, vivos por el momento.
Cuidarnos, es una responsabilidad individual que se convierte además en una responsabilidad colectiva. Las medidas que muchos gobiernos han tomado, parecen ser violentas y rígidas, ante la irresponsabilidad de muchos.
El mes de julio se ha convertido en un reto, pues vemos lo que no se hizo las semanas anteriores, y que muchos seres humanos pensaron igual: salir a tomar aire, se convirtió en salir a buscar enfermedades, más aún que estando consientes no toman sus precauciones, como cuando vamos a realizar actividades que nos obligan a salir de casa, y acudir personalmente.
Hoy los que están ocupando las camas en los hospitales son el grupo de edad de 18 a 29 y de 30 a 39, rango de edad productiva, que claramente han tenido razones para salir de abrigo y protección de su hogar. Pero no en todos los casos, también es un rango de edad que se ha permitido realizar actividades sin protección, o estar en lugares en donde otros tampoco tomaron ningún cuidado personal y menos social.
Las medidas emergentes que conocimos en el 2020, nos han llevado a comprender mejor lo que es posible y lo que es riesgoso. La mortalidad si bien es reducida, también en la supervivencia deja secuelas, que nos llevaran a replantearnos las actividades y hábitos por otros más saludables y seguros.
Seguro habrá quien mire un poco al pasado reciente y comente que después de las elecciones (con medidas sanitarias públicas cuestionables) , todo parecía bien, terminaron las elecciones e inicio el periodo vacacional del verano, y cuando ya habíamos iniciado con la reactivación económica, posibilitando más movilidad, claro con las normas como en nuestro estado el uso de cubre bocas obligatorio, pudimos saber cómo muchos se dieron un respiro saliendo a playas y lugares recreativos, con aforos oficiales reducidos, pero que en la práctica distan mucho de los cuidados y normatividad necesaria.
Hoy retrocedimos, por las decisiones y actividades pasadas, hoy ponemos en riesgo nuestras vidas, nuestra salud se compromete, y también la de los demás, de nuestros cercanos y queridos seres humanos y de otros muchos que no conocemos.
Los repuntes oficiales nos muestras que las zonas turísticas en donde la convivencia es más cercana, están pasando hoy por muy malos momentos de pandemia, sabíamos que la reapertura comercial y economía, conlleva riesgos, y está muy claro que no atender las disposiciones de aforo y cuidados sanitarios.
Positivamente sabemos que la lección de confinamiento del 2020, nos lleva con la vacunación del 2021 a seguir con las medidas aprendidas de salud y no bajar la guardia, son ello aminoramos los contagios, cuidarnos es ser conscientes del poder que tenemos para que todo mejore, para que todo pase.
“Muchos de los problemas de salud que dependen del ‘cuidado de sí' encuentran una particular debilidad en la adolescencia, en relación con lo que son conocidas como ‘conductas de riesgo’. La adolescencia en general, es un período en que el despliegue libidinal en los sujetos logra sentimientos extremos, que oscilan entre momentos de impotencia, duelo y melancolía y por otro lado de manía y omnipotencia”, Jorge Catelli.
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